NECESITAMOS HUMANOS DERECHOS
Cuando se creó en México la Comisión de Derechos Humanos y se dedicó un gran presupuesto de miles de millones a lo que ahora es, con un gran edificio en el periférico de la Cd. de México, que está lleno de abogados de buenas intensiones pero de pocos resultados a la vista, se pensó que era la panacea, que iba a acabar la impunidad, la corrupción y la delincuencia.
Todo esto acompañado de un rimbombante nombre de origen sueco que nadie sabe lo que quiere decir OMBUSMAN. Todo era satisfacción y beneplácito- Se creó una dirección general de un señor que tenía que ser o bien de inclinaciones sexuales dudosas o bien de un burócrata que durante años había subido peldaño a peldaño y escalón por escalón en la pendiente del escalafón político en otras dependencias pero que gracias a sus contactos con algún funcionario cercano al presidente en turno, lo recomendaba como una persona intachable y que no iba a ser presa de las aves de rapiña que abundan en nuestro ambiente político.
Pero como el flamante Sr. Director, ahora controlador del enorme presupuesto asignado a esa organización, que nadie sabe para que sirve pero que todos sabemos para quien sirve, no tiene ni tiempo ni el menor deseo de salir a ver lo que está pasando en las cárceles en donde abundan las injusticias o bien en las esferas oficiales en donde la impunidad, la corrupción, la delincuencia, la falta de profesionalismo burocrático y el pocamadrismo oficial es el pan de cada día, entonces, a este señor se le ocurrió crear las VISITADURIAS.
Estos nuevos puestos en el presupuesto gubernamental son personas, generalmente abogados que no visitan a nadie ni a nada pues no salen de sus oficinas y que no tienen en mente otra cosa que de allí se les pase a algún puesto oficial y prueba de ello es que si hacemos una lista de los visitadores, muchos o casi todos terminan en el sector publico en puestos tan relevantes como el de Procurador General de la República en donde, duermen las huilotas del presupuesto y donde abundan los regalos y cochupos, por no mencionar chayotes, embutes o bien las enormes tarazcadas que les tocan a esos afortunados alpinistas de las escarpadas rocas que forman esa montaña en donde millones de burócratas, se las pasan clavando los piolets de sus deshonestidades para irse apoyando paso a paso y pico a pico para escalar por esa ladera de la corrupción y de la impunidad que significa la carrera de empleado gubernamental.
Se supone que la Comisión Nacional de Derechos humanos iba a ser el organismo independiente del gobierno que recibiría todas las quejas de los ciudadanos y de las empresas e instituciones no gubernamentales que eran presas de alguna injusticia oficial y de que se abriría una fiera investigación para esclarecer los hechos y que el gobierno al enterarse de ello tomaba cartas en el asunto para resolver positivamente el caso de esa especifica injusticia y de que llamando a cuentas al o a los funcionarios corruptos, estos iban a ser inmediatamente enjuiciados y encarcelados para que se pudrieran en las cárceles, propiedad del propio gobierno al que habían defraudado.
Pero no fue así. La Comisión no tiene derechos de nada más que el de abrir un expediente, asentar nombres de hechos, si acaso investigar un poco la realidad o bien veracidad de ellos y hacer un llamado de atención al funcionario denunciado o bien a la dirección o departamento al que pertenece. Probablemente, esta queja consista en el mandar un grueso expediente con datos y estadísticas con los datos del quejoso y explicando ampliamente los actos de corrupción del funcionario en ciernes.
A todos estos expedientes, los burócratas les llaman jocosamente “NEMBUTALES”, pues tienen una increíble capacidad de hacer dormir a los que los leen y una vez cubiertos del polvo de la ignominia e ignorancia, éstos, también contagiados por el producto químico que produce el sueño, se acomodan plácidamente en los rincones de los cajones y bajo el influjo o bien la influencia del Dios Morfeo, se dedican a dormir por los siglos de los siglos sin amén que les mande bendición.
La Comisión de Derechos debería de cambiarse el nombrecito por el de COMISION DE DESHECHOS HUMANOS, pues todos los expedientes que duermen en los cajones, arrumbados y llenos de polvo son realmente deshechos de alguien que no supo repartir el dinero para realizar sus actos ilegales o corruptos y esa es la razón de que se levantaron esos expedientes. Si la o las personas que cometieron la injusticia o bien que rompieron el régimen de derecho constitucional, se hubieran preocupado por repartir el dinero que obtuvieron con esas corruptelas, el asunto no hubiera llegado ni siguiera a convertirse en una queja o bien en una denuncia presentada ante la Comisión que nos ocupa en estas páginas. O sea, y esto sin temor a equivocarnos, que por tratarse de deshechos humanos, todo mundo les hace el fuchi y nadie quiere tocar algo que es tan escatológico y desagradable.
Para muestra basta solo un botón , de esos de gran tamaño y que se fabricaban con marfil autentico de elefante y no como los de ahora que son de simple y corriente plástico inyectado. Ese botón gigantesco ocurrió en Tulum, Quintana Roo, nuestro flamante municipio ecológico en donde un argentino se le ocurrió abrir un hotel de playa sin permisos, sin uso de suelo, densidad autorizada, sin contratos y sin importarle un bledo los lineamientos ecológicos que han establecido las autoridades que se encargan de cuidar nuestro ambiente o sean la SEMARNAT Y LA PROFEPA. Todo lo anterior le valió un comino porque él lo dijo a voz en cuello, en México, todos somos corruptos y era mejor pedir perdón y dar mordidas que pedir permiso y por lo tanto construyó un enorme hotel de piedra en un lugar de palapas como son las playas de Tulum que se suponen que deber de ser cuidadas con gran esmero por tratarse del último reducto virgen e intocado por los actos corruptos de los inversionistas voraces que están acabando con nuestras playas y lugares ecológicos que han sido sagrados por generaciones, conscientes de nuestro ambiente natural.
Para ahorrarse dinero en instalaciones costosas que se han diseñado para cuidar nuestros mantos freáticos, nuestras playas y nuestros arrecifes, este dichoso Sr. Argentino, se le ocurrió que es más barato tirar los deshechos a la arena, sin importar que en su lujoso hotel visitado por magnates y artistas, es a todas luces un páramo de buen gusto, comodidades y buen vivir para los que pueden pagar los 400 dólares diarios por un simple cuarto con vista al mar.
Tanto los afectados como los vecinos y asociaciones encargadas de vigilar lo que acontece en ese maravilloso lugar se avocaron a realizar denuncia tras denuncia. Civiles, penales, laborales (pues no les paga a sus empleados mexicanos), de migración por tener empleados extranjeros sin permisos, tanto federales como locales de tal manera que el expediente CNDH/2/2008/2754 ya cuenta con más de mil páginas. Se han remitido oficios a todas las dependencias involucradas y hasta ahora nada. Nadie le hace caso. Absolutamente nada. Los de Profepa siguen visitando esporádicamente al hotel para informarle al argentino que hay un sinúmero de quejas y de que tiene que cambiar su manera de obrar e invariablemente salen con una gran sonrisa en los labios y con un gran apetito se retiran para instalarse en los caros establecimientos de alta cocina instalados en la región para gastarse en comidas y libaciones lo que el argentino les dio para que se hicieran de la vista del tamaño de nuestro incompetente secretario de Hacienda, que predijo que la crisis era solo un catarrito.
Igual ocurre con los de Semarnat, que visitan al hotel y que reciben no solo descuentos en su restaurante (que no tiene permiso de operar), sino también cortesías para quedarse con sus parejas. Del género que sea. Y no se diga los fiscales de todas las dependencias que tienen a su cargo la responsabilidad de no solo multar a establecimientos como el susodicho, sino la de CLAUSURARLOS en forma definitiva. Fiscales de Desarrollo Urbano, Ecología, y altos funcionarios municipales y estatales que desfilan y que reciben dádivas o bien mordidas del argentino, desfilan sin que pase un día que no lleguen a cumplir con sus virtuales obligaciones y que el extranjero les llegue al precio o bien a cortesías de hospedaje
Por esa razón y otras muchas más, que son largas de enumerar, todos los testigos que observamos impávidos de lo que está ocurriendo, gritamos a vos en cuello “Ya no queremos saber más de la Comisión de Derechos Humanos”. Lo que necesitamos es que todo el presupuesto que se dedica a mantener a esa gigantesca organización sean enfocaos a una nueva dependencia que debe de bautizarse a partir de este escrito en la COMISION NACIONAL DE HUMANOS DERECHOS.