LAS VIEJAS  METALICAS
Por Eddie Villa Real

Todos conocemos el hecho d, e que a las mujeres les encantan los metales, por experiencia, por tradición por los anales de miles o quizás millones  de años que nuestras féminas han estado acompañándonos desde que a Dios se le ocurrió, sacarle una costilla a Adán y le produjo milagrosamente una increíble y curvilínea compañera para que no estuviera tan solo.  Y así los hombre nos imaginamos a Eva, pues en las pinturas bíblicas al lado del árbol aprisionado por la serpiente que se enrosca, ella luce despampanante, buenísima y si no fuera por la hoja de parra, podríamos deleitarnos al observar sus tetanic senos y un fino peluche, objeto-encanto  de todos nuestras inclinaciones.

Pero los redactores de la biblia y que ordenaron los dibujos que conocemos desde niños como el de Eva y la serpiente, al Espíritu Santo con un ridículo ojo en medio de un triangulo y sobre todo la imagen de Dios, un señor barbón, greñudo, canoso, sentado y con un bastón a su lado, estos señores que tenían una imaginación digna de Walt Disney en sus mejores tiempos, no tenían ni la menor idea de que desde tiempos inmemoriales a la mujer se le debería de haber dibujado comiendo una gran pierna de puerco, o bien un muslo de pollo o  también un alambre en donde están ensartados muchos pedacitos de carne de res, búfalo, bisonte, mamut o cualquier mamífero que era presa de nuestros hombres prehistóricos que cazaban con singular destreza y con una valentía increíble enormes bestias,  para traer grandes pedazos de carne y  asarlos en el fuego cuidado y alimentado por la mujer que lo esperaba adentro de las cavernas en donde vivían todos los miembros del clan.

Mis tres o cuatro lectores, se preguntarán él porque iban a poner a Eva en los dibujos de la biblia  comiéndose un pedazo de carne, pues por la sencilla razón de que según estudios realizados recientemente la hembra prehistórica, gracias a su enorme avidez de comer carne, cualquiera que fuera, como no podía salir a cazar, pues tenía que cuidar a los críos y al fuego para que no se apagara, recibía sus porciones de carne muy agradecida con el cazador y la única forma de pagarle era con favores de tipo sexual que al principio eran de “ a fuerza”  y después se fueron convirtiendo en halagos, mimos, aceptación y creación de la pareja que conocemos ahora en nuestros tiempos.

Ah, pero todavía  no hemos explicado el por qué de la avidez, urgencia o hambre insaciable de carne que tenían nuestras mujeres antediluvianas.  Les suplico un poco de paciencia que ya llegaremos allí.  Las mujeres antiguas, con dietas muy limitadas, recibían su fuente de hierro únicamente a través de la carne, prácticamente el único alimento que lo contiene en grandes proporciones. Resulta que el famoso metal, (ya vamos llegando al tema de “viejas metálicas”, no crean que se me va muy duro la onda), es el principal conductor de oxigeno en sangre, o sea que en su gran lomo,  (pues el hierro es una molécula grande y pesada)  carga las moléculas de O2 del necesario alimento para nuestras células y lo lleva y lo deposita en cada una de ellas para que puedan realizar el proceso de oxidación reducción (respiramos oxigeno y expiramos CO2), que nos mantiene vivos a todos. De otra manera sin este delicado proceso tan bien balanceado, nuestros millones de células que componen a los tejidos, que forman  órganos (que como su nombre lo indica “organizan” toda nuestra existencia) y  nos permiten seguir viviendo,  todas las células sin oxigeno dejarían de funcionar primero para morir asfixiadas, lo que significaría la muerte instantánea para cualquier individuo ya sea hombre o mujer y ellas , por simple observación directa o más bien, por el dedicado estudio del proceso de prueba y error o más bien por el de causa y efecto (puesto ahora de moda por mi amiga Paulina Rubio).  fue   cómo se dieron cuenta de la importancia de este proceso, de la oxidación por medio del hierro.
Pero el hierro juega también un papel importantísimo en las hembras, ya que si comen mucha carne, (sin grasa, ya que ésta se la atragantaban los machos y por eso vivían poco) pues tienen mucho hierro y entonces mucho oxigeno en su sangre y por consiguiente todas sus células están como quieren, trabajando y produciendo una clase de vida increíble y ejemplar lo que les otorga a las mujeres una vitalidad, una gracia, un estado de ánimo que irradia a todos lados felicidad y belleza  Ah y esto es el mecanismo que mantiene viva a nuestra especie y origen de nuestra civilización , pues la hembra, desarrolla unos senos divinos, una cinturita muy agarrable, unas torneadas piernas que son las columnas en donde descansa el templo eterno del amor y sobre todo una cadera, cuyos movimientos excitantes, que son  un monumento a la invitación o sea que gracias al hierro que comió en su dieta plena de carne, se puso buenísima y los machos que pululan por allí alrededor de la cueva donde habita, se la quieren empinar a como dé lugar, cosa que a todas luces es impedido por el macho mayor o líder del clan que tiene un garrote mayor y musculatura amplia para impedirlo partiéndole  la madre a cualquiera que se atreva a mirar a su atractiva pareja. (No sean mal pensados, al mencionar al garrote nos referimos al que carga en la espalda para soltar cabronazos a diestra y siniestra, aunque  no dudamos que por ser  el líder grande y ponchado del clan, éste pudiera estar muy bien dotado de otra clase de instrumento para satisfacer y llenar de placer a su antojable cónyuge devoradora eterna de carne transportadora de hierro.

Entonces, por las razones antes expuestas,  todos los hombres podemos comprender perfectamente la afición de las mujeres a los metales. Primero el hierro para estar buenísimas, luego el cobre, porque no había más para adornarse las orejas, la cintura y el cuello, que luego fue desplazado, por poco estable, ya que se ponía de color azul verdoso (sulfato de cobre), y fue olvidado poco a poco  por los más envidiados y  preciados metales como la plata, el oro y el platino, que la deslumbraron y la convirtieron en esclavas de sus encantos y que hacían lo imposible para conseguirlos.
Antes era una pierna de venado y ahora un enorme dije de oro.  Lo del diamante y otras piedras preciosas y ahora pieles de mink, visón y jaguar   no cuentan en esta historia pues no son metales y por eso nos hemos dedicado a realizar este meticuloso estudio del porque las mujeres los adoran. (aunque no dejamos de observar que ahora aflojan más rápido con un flamante  Jaguar de tipo convertible y del modelo 2010)

Pero regresando al tema que nos ocupa, resulta que la mujer, lista y observadora como siempre ha sido, pues no tiene mucho que hacer, ya que no tiene que cazar ni trabajar, se dio cuenta de que los críos de las mujeres que comían mucha carne en lugar de perder tiempo en andar ingiriendo ensaladas o productos vegetales, como lo hacían nuestros antepasados cuando todavía andaban en los arboles, éstas, parían con menos dolor, ya que los productos estaban más oxigenados y más sanos y por consiguiente pesaban menos, pero también observó con cuidado de mujer investigadora, que los niños, salían más vivos,  crecían más sanos y rápido,  que caminaban más pronto y emitían sonidos reconocibles a más temprana edad.  Ah, pos entonces lo que tengo que hacer,  es comer kilos y kilos de carne, pensaron  las observadoras.  Pero había un pequeño problema. La carne era propiedad exclusiva de los machos que habían sido más exitosos en la cacería y que de ninguna manera querían compartir con una vieja remilgosa y recatada  que además no quiere aflojar su tesorito para nada. Entonces por el milagroso sistema creado por Dios desde el principio de los tiempo, que consiste en prueba y error, las  hembras inventaron el sexo otorgado, las caricias prehistóricas, la manera de incitar  al macho con trucos manuales, orales, o bien con modales y movimientos lúbricos que dieron origen al baile que traemos en nuestros orígenes desde que éramos aves, y que éstas, lo siguen haciendo con un éxito extraordinario. Quien no ha visto a una garza danzar muy elegante en frente de la hembra para  poder después montársela con toda tranquilidad y precisión

Esto dio origen a lo que conocemos como institución de pareja estable que posteriormente se convirtió, para desgracia de los que hemos sufridos sus estragos,  al matrimonio. O sea que todos los problemas matrimoniales existen solo porque una molécula de un metal conocido como hierro, que sirve para hacer barcos, estructuras, cañones, espadas, y otras chuladas, es la culpable de todas nuestras desgracias que sufrimos al no poder contener los embates de las viejas, que nos traen por la calle de la amargura por su manía de estar friegue y friegue por cualquier cosa  (favor de leer el editorial titulado EL PRIMO DE UN AMIGO LLAMADO MURPHY, publicado hace poco en este DIARIO EXPRESIONES DE TULUM Y PLAYA). Esa es la razón por la cual NO PODEMOS VIVIR CON ELLAS pues ya no las aguantamos, Ah pero eso si, a la hora de la comidita, la ropa limpia, el cuidado de los niños, la casa ordenada y sobre todo los movimientos cadenciosos, las palabras suaves y sobre todo las caricias que inventaron hace cosa de 5 millones de años, entonces nos damos cuenta de que NO PODEMOS VIVIR SIN ELLAS, sobre todo si queremos vivir felices a plenitud y tener una familia para que nuestros genes se conserven en esa cadena de descendencia que llevan éstos portadores de nuestra herencia para  toda la eternidad.

Y todo esto nada más porque se dieron cuenta hace siglos que si comían harta carne, toda la vida les cambiaba a ellas y a sus hijos que cuidan por comando genético ordenado por esos seres desconocidos que traen adentro de si llamados genes femeninos que son la causa de la preservación y continuación de la especie del homo sapiens sapiens y absolutamente definitivo, origen de la civilización actual ya que de otra manera andaríamos montando viejas sin ton ni son y por todos lados como en esas épocas, sin importarnos si parían críos con nuestra herencia genética.      

Así que pónganse abusados mis tres o cuatro lectores, si quieren tener a sus viejas quietas, pues córranle al mercado y compren carne de conejo que es la más barata, pero tengan cuidado con esto,  pues como el conejo es muy rápido , no sea que las moleculas de hierro de esta especie tan ágil , vayan a convertir a su pareja en una mujer también ligera y que les vaya a resultar con cascos muy livianos y que ande pajareando para todos lados para observar el panorama y ver si se puede conseguir otro guey con  un garrote más grande para que la pueda defender mejor a ella y a sus hijos. Este garrote (el que se lleva en el hombro) , se va a volver pronto de moda,  ya que,  al ritmo que vamos con nuestra civilización tecnológica y el famoso calentamiento global, estamos regresando derechito a la época de las cavernas.
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