EL GENERAL QUIERE SU OFICINA
Por Eddie Villa Real
Desde joven fue un autentico mandón. Nunca supo cómo manejar la frustración y menos sus impulsos y rabietas. Cuando algo no salía como él la planeaba o bien cuando los criados de la casa de sus padres, no le obedecían o bien lo acusaban, les organizaba unas broncas tremendas. Los agarraba a fuetazos cosa que había heredado de su abuelo que era igual de intempestivo que él. Cargaba el fuete de cuero negro que brillaba al sol de tanto haberse usado en los lomos de sus caballos o bien en las nalgas de sus ayudantes cuando no le hacían caso o bien cometían alguna pendejada. Era casi un perfeccionista para todo menos para controlarse y así fue cavando la tumba paso a paso como si fuera un camastro potencial donde descansar para la eternidad. Se enredó en la bola a base de insistencia desde mandarle cartas a Madero para proponerle un grupo de guardias Blancas para defender la patria. Nunca le hicieron caso pero terco como era se enroló en la carrera militar y fue subiendo a base de bravura en las batallas.
Siempre se sintió el patriarca y primogénito de la familia y a su hermano que era un bonachón le decía que era un bisteck con ojos, mote que le siguió endilgando inclusive hasta que para su sorpresa había escalado (gracias sus jefes) hasta la presidencia de la república. Por supuesto que nos referimos al bueno de su hermano que llegó a la cúspide haciendo todo lo contrario de nuestro pseudohéroe.
Acostumbrado a matar con su propia pistola o a fuetazos hasta que sangraran sus víctimas, para él fue una delicia que lo nombraran jefe de algún batallón en la guerra de cristeros. Le encantaba colgarlos de los postes y ver como se retorcían en el aire y derramaban semen en los calzones y bromeaba. “Mira éste cabrón, muriéndose y todavía se quiere reproducir apareándose con el viento”. Su ignorancia no le permitía saber que era un acto reflejo involuntario que todos traemos en el fondo de nuestro ser desde que éramos primates o quizás antes.
Al fin se le cumplió su sueño. Organizar guardias blancas y como si tuviera patente de corzo mataba estudiantes, prostitutas, ladrones que pillaban en los robos a diestra y siniestra sin juicios ni consignaciones. Decía que era una perdedera de tiempo y que el “matalos en caliente era su lema”. Obviamente fue escalando puestos pues sus jefes no dejaban de observar que resolvía todos los casos de robo, rebelión, secuestros, violaciones y que la delincuencia había disminuido considerablemente. A tal grado era su fama que se hizo multimillonario a base de organizar acuerdos con gringos radicados en su estado que le regalaban oro, tierras y mujeres para conseguir protección. Sus dos lujos era tener mujeres gueras de ojos azules y las coleccionaba y las hacia millonarias a todas si aflojaban rápido y sin remilgos. El otro, trajes y uniformes de fino casimir inglés. Le disgustaba perder el tiempo en la clásica conquista que quieren imponer las mujeres para que los hombres piensen que son muy puras, castas y casaderas. “Nada de cafecito inocente. Nos vamos a la cama y si me haces un buen trabajo, te voy a volver muy rica. Si más rica de lo que estas, guerita”. A todas les decía lo mismo y vaya que funcionaba. Desvirgó a todas las rubias de esa ciudad donde abundaban porque había estado allí estacionado una guarnición francesa durante la intervención, dejando abundante descendencia de gueritas piernuditas.
Cuando llegó a gobernador de su estado, no había quien se le pusiera enfrente. Resolvió todas las broncas de los sindicatos que en esa época estaban bien alborotados por lo de Rusia y su partido comunista que se había infiltrado en todas las clases pensantes y pintores de la época. Se quedó con miles de ranchos y millones de hectáreas de terrenos bajo el mismo lema: Me gusta mucho tu ranchito. Quieres que me arregle contigo o con tu viuda. Y todos le vendían al precio que se le antojaba. Un buen día conoció a una cantante española que llegó a México bien casadota pero le valió un comino. Ordenó que le dieran una fuetiza a su esposo y lo subieron a un barco de regreso a España. La cantante lo tuvo que aceptar sin remedio aflojando cuerpo.
La pataleta que hizo cuando a su hermano lo nombraron presidente no tuvo parangón. Arremetió a fuetazos a sus criados, a sus viejas y a sus caballos amarrados solo para desquitarse. “Pero como que lo nombraron presidente si es un pedazo de buey con ojos? Gritaba al son de los chicotazos que sonaban asombrados y que sin tener otro remedio rebotaban sus ecos en los oídos de los que por ahí merodeaban escondiéndose en las esquinas de las paredes enormes de su hacienda. . Pero rabieta, lo que se dice descomunal rabieta la que organizó en restaurante del centro de la capital de su estado cuando le informaron que su hermano menor, al anunciar su gabinete, no lo había incluido a él. “Cabrón hijo de la chingada, gritó en su mesa y los comensales lo observaban con ojos de rana desorbitada con miradas que flotaban en el aire y rebotaban en las paredes. “Yo le enseñé todo lo que sabe, lo alimenté de niño y le quite lo bonachón y pendejo y miren como me paga. Ni siquiera me dio un hueso para roer”.
El general norteño y también revolucionario, recién nombrado Secretario de Comunicaciones, llegó temprano a su oficina junto con sus ayudantes y cuál no sería su sorpresa de que se encuentra sentado en su sillón al frente de su escritorio a nuestro héroe, el general que ya tenia oficina. “Mi general que gusto de verlo por acá en su casa. Y en que le puedo servir?. “Pos en nada”, contestó, “ya que ahora el que manda aquí soy yo y si no me cree, vamos a hablarle a mi hermano”. Tomó el teléfono y el Presidente muy apenado le ofreció mil disculpas. ¡Ya sabe como es mi hermano de bronco. Pero no se preocupe mi general, vengase acá a Palacio Nacional y en un momento le consigo una embajada para que no ande Ud. por estos lares en donde mi hermanito se pasea. No sea que le vaya a hacer algo. Y lo mandaron a Europa.
Y así, sin haber sido nombrado ni que se le haya entregado el despacho de la Secretaría en forma oficial, inició sus gestiones y citó a una rueda de prensa a la que acudió el primo de un amigo que era un joven y muy avispado periodista, que después llego a ser Director y Presidente de un famoso Diario De La Vida Nacional.
“Los he reunido para que sean testigo de que voy a correr a fuetazos a estos directores que son unos ratas, sinvergüenzas y además huevones y quiero que publiquen que de hoy en adelante en mi secretaria no va a caber gente como estos cuatro ladrones”.
Uno de ellos, joven ingeniero, con voz fuerte y firme le preguntó. ¿Eso es todo?. “ Si, eso es todo”. “Ah pues mire Ud. mi general, con todo respeto le digo que Ud. es el pillo y que ha usurpado este puesto que le corresponde por mandato presidencial al General Garza, un buen hombre y leal servidor de la patria. Además que no tiene vergüenza en hacer lo que está haciendo y que a mí Ud. no me corre pues aquí está mi renuncia”. Y se la aventó en la cara frente a los periodistas y los otros funcionarios que despedidos e insultados con la cabeza baja y expresión de burro arrepentido y avergonzado, solo se limitaban a aguantar los insultos y el chaparrón
El bravo general no lo podía creer que alguien le hablara así. Ni su padre ni sus jefes en el ejército le habían gritado de esa manera. Se puso colorado, gris y de otros colores. Y su única reacción fue la de dar media vuelta y salir furioso dando fuetazos a los escritorios que encontraba a su paso dejando a todos asombrados en su tan ansiada y ambicionada oficina.
Con una gran nota, se cubrió la terrible noticia de que a nuestro general con todo y su oficina y su flamante secretaría, lo habían envenenado en una comida que le ofrecieron miles de miembros de un sindicato. Dijeron que se empezó a sentir mal y pidió ser excusado de la reunión. Nunca se supo que le ocurrió. Si los médicos dictaminaron muerte por envenenamiento en el hospital, ésta acta fue cambiada por la de infarto en el miocardio. El que a hierro mata a huevo muere o sea el que obra mal se le pudre el esfínter.
El mismo periódico en una nota mucho más pequeña, revelaba la extraña muerte de un ingeniero ex-funcionario de Comunicacíones que había asesinado a su infiel esposa y que se había suicidado. La investigación reveló que la señora era una maestra decentísima y que él nunca había tenido una pistola en su vida. Era la venganza desde ultra tumba.
Lourdes Mastreta, se quedo corta con la historieta del general de su película que debería de haberse titulado ARRANCAME LA LANA. Ella nunca se atrevió a incluir en su incompletas novela la terrible y completa historia del general que no tenía oficina.