AMOR ETERNO, JAJAJA

Por Eddie Villa Real


Cuando el matrimonio entra por la puerta, el amor sale por la ventana, dice un viejo dicho que lo podemos ampliar con otros más o menos conocidos que son: Las novias duran 7 años y después ya son mujeres. O bien, “amor que dura 7 años se seca como una rosa” y así podíamos seguir con todos los refranes que el ingenio popular ha acuñado por siglos y siglos de observar cómo se desarrolla esta maravillosa,   encantadora,  relación entre hombre y mujer que es el ayuntamiento, matrimonio, aparejamiento o simplemente la unión de dos seres que se sienten atraídos por el magnetismo misterioso que es el llamado  sexual que es la única forma de preservar la especie.

Unos dicen que son las feromonas, otros que son los movimientos lúbricos de la mujer o bien esos actos o bien pantomimas que organiza nuestra fémina para decirle en forma subliminal al macho que ella está dispuesta al apareamiento, ya sea por amor, atractivo sexual, interés o simplemente EL CAPITAL.  jajaja.

La realidad es que dos tetas (con olor a feromonas), jalan más que dos carretas, y al hombre convertido en macho de nuestra especie,  con la sola preocupación y entender de depositar su semilla dentro de la dama, no hay quien lo pare en seco. Claro en los tiempos modernos lo detienen las leyes, el qué dirán, la preocupación de que si la fertiliza, como le va a hacer para salir del apuro o bien, si lo que desea es formar un hogar, que va a tener que hacer o gastar para mantenerla a ella y a su crío que viene en camino.

El amor lo han sublimado los poetas, los compositores y las mujeres que son las profesionales del manejo de este asunto, pero la realidad es que no es más que un extraño llamado instintivo que traemos ambos, machos y hembras, o sea el llamado de nuestros genes que nos gritan a voces (que únicamente nuestro subconsciente sabe distinguir), para que nos apareemos y que así se pueda continuar con nuestra cochina especie que está acabando con todo alrededor de nuestro planeta y que de paso va a exterminarnos a nosotros como individuos también.

Las mujeres aprendieron a base de prueba y error o más bien por el hecho de que se pusieron aguzadas (no abusadas) y escucharon los sabios consejos de sus madres y abuelas para que le dieran valor al “tesorito” que traen entre manos, (más bien entre piernas) y saquen provecho de esto. . En las épocas prehistóricas, el sexo no tenía valor alguno, ni entre las mujeres y mucho menos entre los hombres que sencillamente cuando querían desembuchacar los millones de espermatozoos que venían cargando en colgantes bolsas, pues se dirigían a la más próxima hembra, la agachaban, la montaban, la impregnaban y sin importar  si la habían fertilizado o no , se iban caminando tranquilamente.  O sea que primero se venían y luego se iban sin darle la menor importancia al encuentro casual.  Ah, pero la mujer se puso lista e inventó la familia, y por consiguiente el matrimonio que le dio seriedad y legalidad a la unión por lo que manejó los hilos para que la incipiente sociedad despreciara y considerara como seres inferiores a las mujeres que otorgaban favores sexuales a cambio de dinero o joyas. (Hay que recordar el viejo cuento del visón macho que le dice a la hembra: ¡Orale, mamacita, déjate y te regalo un abrigo de puta!.)  Con todo esto instituyó una atmosfera de santidad alrededor de la institución matrimonial y acuño términos despectivos para las mujeres que se dedicaban al comercio carnal endilgándoles nombres peyorativos como el de prostitutas o suripantas.

Pero con todo lo anterior no consiguió  cambiar lo que la naturaleza había construido alrededor de lo que llamamos amor y que no es más que la orden de los genes a través de nuestro código de ADN, que nos indica claramente lo que somos y como verdaderamente somos.  Desde el principio de los tiempos y mucho antes de que nos convirtiéramos en primates, que son nuestros verdaderos ancestros, el amor o sea la atracción desaparecía en el momento que se esfumaba la novedad sexual. Si observamos el comportamiento de los chimpancés, que son nuestros más cercanos parientes, el macho se entusiasma en forma más que absoluta en una hembra joven que significa el cambio o remuda. Después de un tiempo de estarla montando pierde interés y se preocupa más por su diario sustento y echarse una siestecita que por estarse apareando constantemente. Esto se llama “hastío de amor”

Esto es lo que verdaderamente ocurre en el famoso “séptimo año” que hasta famosas películas le han dedicado. El amor es como el jabón que se gasta y que pretende seguir existiendo aún cuando es una lajita delgada que ya no se puede ni agarrar con la mano en la regadera y a pesar de que los consejeros matrimoniales insisten que todo se puede componer y que el amor nuevamente entra por la puerta si la pareja se dispone al dialogo,  eso es puro cuento de los señores profesionales de rehacer parejas desunidas. El hastío matrimonial entra por todas las rendijas y llena la atmosfera hogareña y crea las broncas, los pleitos, las criticas. “Lo que antes nos unía ahora nos separa” dice el famoso dicho. Pues claro que no se para, pues ni él quiere o bien no puede por la abulia o falta de voluntad o bien ella le da una hueva enorme de tener que postrarse a merced de los embates del flácido amante que por mero deseo de cumplir,  más que por atracción sexual, tenga que hacer la tarea. A esas alturas del partido, a la hembra le interesa más su posición económica que le otorgue seguridad, sus hijos, su madre y hermanas, su casa y sobre todo su sancho. Claro, ahí se demuestra que en la novedad esta la reacción positiva. Hasta en la mujer y no se diga en el hombre que es polígamo por inclinación y monógamo por naturaleza o  capacidad.  Es la necesidad del cambio y no el cambio de la necesidad, o sea la urgencia que tenga por desfogarse.

Por eso más y más gente dice que lo importante es la pareja que se mantendrá unida mientras la llama del atractivo sexual permanezca prendida. Por supuesto también otros intereses harán que se mantenga unida. Pero eso es harina de otro costal. Inclusive el milagroso viagra es solo un paliativo temporal. Se usa con más frecuencia con la amante que con la vieja vieja.
Para finalizar, les diré a mis cuatro lectores, otra máxima del famoso libro de la LEY DE EDDIE MURPHY. Así como toda subida tiene su bajada, en la misma forma como el único propósito de la vida es la muerte, así podemos asegurar que la única manera de que triunfe el amor es a través del divorcio, pues los recalentados, si es que llegan a ocurrir,  siempre serán más sabrosos.  
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