ES DE CHIA Y NO DE HORCHATA   

Por Eddie Villa Real

El famoso dicho, (que por cierto es al revés), es antiquísimo. A alguien,  hace muchos años se le ocurrió acuñarlo para significar que el león no es como lo pintan o bien que algo no aparece como realidad es. La gente decía: Y ESTO NO ES DE CHIA SINO DE HORCHATA.  Y así pasó de una generación a otra sin que se supiera lo que quería decir y mucho menos el por qué se escogieron dos semillas de las cuales se  preparaban  aguas frescas, queriendo minimizar a la pobre chía que se pasó 500 años escondida de vergüenza hasta que alguien se tomó el tiempo de estudiar las propiedades de una y de otra. La primera y más chiquita, resultó mil veces mejor que su competidora la horchata, que fabricada a base de granos de arroz,  la cual, sustituyó en forma total a la original semilla azteca, ya que por decreto eclesiástico de los misioneros hispanos que vinieron a catequizarnos, se le obligó al pueblo a ingerir el liquido blanco, supuestamente porque resolvía un problema endémico de la población prehispánica, que era la diarrea crónica, provocada por los bichos que siempre han pululado desde estos tiempos inmemoriales en las panzas de nuestros antecesores y que siguen atacando a nuestro pueblo en forma total y definitiva. Favor de leer el cuento DEPOR T.B. (DEPORTE TRADICIONALMENTE  BACTERIANO) que está por editarse en EXPRESIONES DE TULUM.

Los Azteca le daba un gran valor a la chía,  ya que a los pueblos sojuzgados o bien totalmente dominados, les obligaban a pagar impuestos en costales de yute llenos de la famosa  semillita. La razón era obvia. En los alrededores de Tenochtitlán, había pocas parcelas para producir grandes cantidades de cereales, que ocupaban enormes  extensiones de terrenos agrícolas. En las chinampas o bien parcelas que habían fabricado los mexicas a base de  sacrificios y años de acarrear lodos en tamemes frontales (para rellenar el famoso lago), podía darse el lujo de cosechar algo pero principalmente dedicaban estas parcelas a la producción de verduras y legumbres como ocurrió en Xochimilco.

Lo de los cereales como maíz, chia, huanzontle (amaranto) y otros se los dejaban a los pueblos cercanos para que pudieran mantenerse protegidos por los guerreros águilas, que les cobraban los impuestos en forma de esos granos tan  apreciados.

Aparte de ser cabrones, que obligaban a los pueblos aledaños a sembrar esta plantita que  produce semillitas del tamaño del alpiste, los aztecas, sabían que las propiedades curativas de la chía eran increíbles. No sabían el por qué, pero lo aplicaban para curar dolores de cabeza, curaba tumores, aliviaba malestares estomacales, a las parturientas les evitaba las muertes (purpurales) de parto, era un gran cicatrizante, gripas, pulmonías y no sé qué tantas cosa más. Total que para ellos era la maravilla sin saber la causa. Solamente conocían los efectos que eran increíbles. Curaba  de “todas todas”  y era muy económico.

Durante años, en la época de la colonia, estuvo prácticamente ignorada y sobajada y por eso lo del dicho que fue pasando de generación en generación ¡Esto no es de chía sino de horchata! Es decir que ésta última era la que recomendaban los curas y la otra era, si no prohibida, estuvo siendo cultivada en lugares lejanos para que no vinieran los soldados de la colonia  a quemarles las cosechas como lo hacen ahora los guarros en los plantíos de mariguana.

En 1925 la Bayer, descubrió el Acido Acetíl Salicílico que asombró al mundo para eliminar jaquecas y dolores en general.  Lo que este producto, (llamado comúnmente “aspirina”),   provocaba,  era abrir las arterias, venas y vasos sanguíneos, para que se facilitara la circulación. Claro que aliviaba los males, pero creaba (y sigue creando) un grave problema de elasticidad. Los vasos se abren permitiendo un mayor flujo de sangre, pero al regresar a su estado normal, se cerraban un poco más de lo que estaba, creando un círculo vicioso tremendo que todavía no se resuelve.

La chía, en cambio, mejoraba la circulación y aliviaba los males y no dejaba huella ni reacciones secundarias. Y así por siglos de los siglos hasta que un buen señor, curioso investigador se puso a estudiar el “por qué” y esto dio como resultado el descubrimiento de que la chía contiene un alto porcentaje  del famoso aceite vegetal denominado OMEGA 3, que también tienen los peces en sus tejidos adiposos por comer tantas hierbitas en el fondo de los mares. Pero resulta que este aceite de origen vegetal no tiene absolutamente nada de colesterol que es el asesino silencioso del ser humano y por eso la importancia de la chía. Y mientras el aceite de origen marino tiene un 13% de Omega 3, el de la chía tiene 67%, sin colesterol y sin olor y sabor desagradable de pescado que tiene ese aceite comercial. Además tiene un altísimo contenido de fibra que evita el estreñimiento, y de pilón muchos minerales y todos las vitaminas del complejo B.

Pero lo más maravilloso es que limpia las arterias y venas eliminando los coagulos o concentraciónes de colesterol malo en el interior de las paredes, permitiendo una libre circulación que es la base de la vida de nuestras células, tejidos, órganos y sobre todo la calidad de la vida nuestra que es lo más  importante.

Por eso la bautizaron “SALVIA HISPANICA” que es su nombre científico que la describe como la sábila milagrosa en semilla. Por contener alto grado de fibra (27%), proteína (23%),  que comparada con el maíz (9%), la hace maravillosa. Lo más increíble es su propiedad antioxidante por contener Quercetina que evita canceres de colon y estomago y acaba con todos los males cardiovasculares. Así que,  mis cuatro lectores, si les falta el aire, o tienen manchas en los tobillos, o bien son perezosos del intestino y no pueden dormir como antes, han perdido el apetito u otros achaques propios de los añicos, es síntoma de mala circulación y hay que entrarle a la CHIA, milagrosa semillita prehispánica que compite ventajosamente con el viagra (lava las arterias de “por allá”) y sobre todo sale mucho más barata. Una cucharada sopera en un vaso de agua, dejándolo remojar en la noche y al día siguiente con un poco de yogurt o avena, se van a  sentir mucho mejor y que en tres meses van a corretear a las muchachas como cuando era chamacos de 18 años, y que  su madre les gritaba que dejaran a las criadas en paz.

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